Artículo Nadia Revaz (1997) - Spanish

PEDRO PESCHIERA - Pinturas y Grabados: En Busca de un Paradigma

« El significado del mundo debe encontrarse fuera del mundo », escribió una vez el filósofo Ludwig Wittegenstein. Es precisamente esta noción de ‘fuera del mundo’, como también aquella de ‘ausencia’, donde se encuentran tanto la sustancia como las fuentes del trabajo de Pedro Peschiera. Dejando de lado lo que pudiese pasar por anecdótico, el artista trata de hacer visible lo inexpresable, utilizando un lenguaje idiosincrásico compuesto de analogías, y aspirando paradójicamente a que éstas comporten algún posible sentido universal. En su búsqueda de analogías o metáforas, una de éstas termina por imponerse, suscitando así una cadena de evocaciones, hasta que su teoría de correspondencias y asociaciones logra su propia coherencia.

El carácter simbólico de las pinturas de Pedro Peschiera nos incita a meditar sobre nuestra incierta condición. Podría establecerse un nexo entre su trabajo y el género de la vanitas de los siglos XVI y XVII. Sin embargo, en sus pinturas el tema se reduce a un signo mínimo, como un pozo, una mesa o una concha.

Grupos Y Familias de Pinturas

Las pinturas de Pedro Peschiera están agrupadas en lo que él llama familias o registros : las familias de los ‘Mantos’, ‘Pozos’, ‘Hoyos’, ‘Concas’, ‘Mesas’, etc. Cada nueva familia amplía el vocabulario pictórico del artista. No obstante, ninguna de las alusiones implícitas en estos tipos simbólicos es suficientemente poderosa como para ser definitiva o unívoca. Las ambigüedades están tomadas en cuenta y acompañan a toda lectura. Idealmente, sus pinturas deberían verse en conjunto para que se complementen y se hagan eco unas a otras. Es quizás por esto que el pintor no otorga mayor importancia a la cronología de sus obras.

El ‘Manto’ haca referencia al vasto manto protector de la Virgen en la iconografía medioeval y renacentista – la Madonna della Misericordia de Piero della Francesca, o la tienda que envuelve a la Virgen encinta en la Madonna del Parto. El motivo arquitectónico de los mantos consiste en una vista frontal, monumental, de una fachada sin puerta. Un pequeño ojo de buey – quizás una alusión al ojo del espectador, a menos que sea el propio cuadro que nos observe – es la única apertura hacia algún extraordinario secreto o contenido al que nunca tendremos acceso.

El grupo de los ‘Pozos’ propone una reflexión sobre el tema del abismo, implicando a su vez las nociones aparentemente opuestas de fuente y de sepulcro, entre otras. Los ‘Hoyos’, vinculados a los pozos, nos confrontan de manera abrupta con la sensación de vacío inconmensurable; la apertura es aparente pero el fondo permanece inalcanzable.

La ‘Conca’ es la única representación de un organismo viviente en la obra de Peschiera, la única referencia a la naturaleza, por lo menos hasta ahora. Aquí también la concha cita intencionalmente la imaginería del renacimiento y del barroco. Pero, contrariamente a los pozos y a los hoyos, que nos recuerdan nuestra condición mortal, ésta evoca lo vivo a través de asociaciones con las nociones de cuna y de orígen. En una de las pinturas una concha volteada boca abajo sugiere un montículo o un túmulo de tierra. Al cambiar la posición del objeto, el pintor expande el campo de significados y connotaciones. En cuanto a la familia de las ‘Mesas’, éstas recuerdan la ofrenda votiva, así como el festín compartido. Cuando está concebida como un altar, la mesa resume en escala reducida la casa o el templo mismo.

La geometría rige la pintura de Peschiera. El cuadro se ordena rigurosamente por medio de una red de trazados que divide y subdivide la superficie. Hay una intención manifiesta de crear una fuerte tensión entre el formato y el contenido. El formato coincide con la dimensión del objeto de manera ajustada, constituyendo un verdadero estuche. El fondo creado por el espacio entre el formato y el objeto contiene y envuelve a éste último en una atmósfera que lo prolonga o que lo hace resaltar. Este fondo es una característica esencial que aísla al cuadro del mundo real. La representación en perspectiva es otra manera de considerar el cuadro como un mundo autónomo, lejos de la idea del ‘cuadro objeto’. El pintor considera sus pinturas como una realidad alternativa. Están ligadas a la realidad, pero no comparten en absoluto el mismo nivel cualitativo que otros objetos. En la obra de Peschiera, el formato de los cuadros, la superficie pintada, y los objetos representados, son todos receptáculos que se contienen unos a otros. Su grabado « an uru within an urn » - una urna dentro de una urna – lleva al extremo la noción puramente teórica de una pintura como objeto capaz de ‘contener’ un número indefinido de mundos – una cadena sinfín de mundos dentro de otros mundos – como en una muñeca rusa. El espectador cae, por decir así, en un abismo de orden conceptual.

El uso de la témpera al huevo y del pigmento no significa de manera alguna una nostalgia por el arte antiguo. Esta técnica tiene sus ventajas : seca rápidamente sin dejar hilos de pintura como es amenudo el caso del acrílico, permitiendo así el repintado inmediato. Además, cuando la témpera se utiliza sobre tela posee una calidad mate y a la vez satinada que se adecúa a la naturaleza austera de las pinturas. La superficie es tratada primero con una capa densa de pintura y luego enriquecida por incontables veladuras y aguadas de color transparente. El trabajo de la superficie por la acumulación de pequeñas pinceladas produce una impresión de densidad. Este procedimiento pictórico junto con el carácter estático de los motivos, contribuye a dar a la obra un cuerpo y un aura que reafirman su calidad icónica.

Grabados que Asocian lo Pictórico y lo Verbal

En sus grabados, Pedro Peschiera une la estética de la palabra con aquella de la forma. El lenguaje verbal complementa al lenguaje pictórico, pero no lo reemplaza. Una serie de siete grabados juega con aspectos opuestos y complementarios entre palabras, con las relaciones entre figura y fondo o con nociones de presencia y ausencia. En seis de los grabados la figura de una casa está formada por las diferencias en la intensidad de la tipografía de las palabras ; en el séptimo las palabras han desaparecido y sólo queda un relieve blanco sobre blanco, producido por la huella hecha por la palabra void (vacío). Este trabajo podría referirse quizás a la fragilidad de todo discurso. El cuarto grabado de esta serie yuxtapone dos frases. La primera en francés es una cita de un sufí del siglo XI : « En ne sortant jamais du commencement, l’on parvient à l’achèvement – « Sin jamás salir del principio, se llega al fin ». la segunda frase es en español y ha sido tomada de una zarzuela ; « Ay, que trabajo nos manda el Señor, levantarse y volverse a acostar ». Las dos frases, la francesa y la española, se repiten como una letanía sin fin. Mientras una es considerada profunda, la otra es ligera. Ambas aluden al lado absurdo del vivir.

En una serie más reciente de grabados el pintor combina la imagen de un pozo o de un hoyo con una colección de cientos de palabras. Las palabras han sido tomadas del francés, del inglés y del español yforman una secuencia en estricto orden alfabético. Todas están asociadas con las nociones de recipiente, receptáculo, hueco, vacío o abismo. Estos sinónimos, analogías y extrapolaciones sobre un tema común crean la imagen de un pozo o de un hoyo por medio de un degradé en la intensidad de la tipografía.

Las propuestas de Pedro Peschiera no son una mera acotación artística o una simple referencia a algún atributo particular de obras de arte del pasado. Tampoco llevan consigo una intención exclusivamente religiosa o mitológica. Su propuesta traduce una voluntad de unir el pasado y el presente o de juntar lo tangible con lo trascendente. Todos sus trabajos se caracterizan en forma explícita por las múltiples lecturas interpretativas que suscitan. Eso parece indicar que existe una verdadera lucha por forjar paradigmas que nos cuestionen, que sean capaces de recojer, generar y conservar fuentes de significado. Sin conscesiones para con algunas de las tendencias del arte contemporáneo, su trabajo despliega la aspiración a crear analogías que puedan, sino acoger, al menos rozar de cerca, la noción de quintaesencia.

Nadia Revaz Sierre,

octubre 1997